Entramos en un nuevo año, el último antes de cambiar de decena. Y como siempre enero es un mes lleno de buenos propósitos. ¿Cuáles son los tuyos? Adelgazar, hacer ejercicio, apuntarte a alguna clase, pasar menos tiempo sentado, dejar de fumar, ver menos tele, leer más, quejarte menos, usar menos el móvil, cuidar más de ti… Y así hasta el infinito.
Hacer listas de buenos propósitos se ha convertido en rutina. Nos comemos el mundo en enero, eufóricos, descontrolados muchas veces… Y en un mes estamos agotados.
Creo que el problema está en que somos impacientes, vagos y no nos hacemos cargo de nosotros mismos. Impacientes porque pretendemos ver resultados en pocos días, cuando con suerte llevamos media vida sin escuchar nuestras necesidades reales, poniendo parches de medicamentos a diferentes dolencias que nos van avisando que algo no va bien. Somos vagos, porque sostenemos que es demasiado el esfuerzo, que no merece la pena. Total, me tomo un ibuprofeno y listo, adios dolor de cabeza… Otra vez. Y no nos hacemos para nada responsables de nosotros mismos y de nuestra salud y calidad de vida. Cuando en realidad somos los únicos responsables de todo lo que nos sucede. Es más cómodo pretender seguir con nuestras rutinas muchas veces dañinas y depositar toda la responsabilidad en el médico o en el fisioterapeuta para que nos quite los dolores. Y sobre todo duele menos porque de esta forma parece que si no mejoro la culpa no es de uno mismo, sino del profesional sanitario al que acudes y no acierta con el tratamiento. Pensar que el otro tiene la culpa de lo que nos pasa es muy nuestro, muy del ego humano.
Te propongo algo? Haz una lista breve de tres o cuatro cosas que sepas que puedes hacer por mejorar tu vida. Reales, concretas, nada de cosas abstractas. Por ejemplo en vez de decir hacer dieta pon: dejar de beber vino en la comida y cervezas por las tardes,cambiar el café con leche por una infusión y no volver a comprar magdalenas o galletas. Cambiar uno de los días que como carne por pescado y eliminar cualquier producto procesado y azucarado. Y cúmplelo. Hazlo en serio, como si fuera prescripción médica. Como si tu vida dependiese de eso.
En vez de decir hacer ejercicio pones salir a caminar 30 minutos todos los días. O 20 si no tienes tiempo.¿De verdad vas a seguir escondiendote detrás del no tengo ni 20 minutos? Y hazlo, súmalo como si fuera tiempo de trabajo. Como si te pagaran por ello.
No escribas en tu lista:»apuntarme a alguna clase». Busca directamente en tu barrio o ciudad, deja que conocidos te recomienden un buen centro donde realizar una actividad acorde a ti y a tus necesidades y llama ya. Ahora. Ahora mismo. Vete, prueba. A dejarlo, a cambiar, siempre hay tiempo.
El otro día me contaba un paciente sedentario, hipertenso, con sobrepeso y fumador empedernido que estaba desesperado con su dolor de huesos. Que había ido al traumatólogo, al reumatólogo y al médico de cabecera y que sólo le habían dado una cosa para tomar que no le alivia prácticamente, y le habían dicho que no había más que hacer. Artrosis… claro es genético – me aclaraba. Ya no se que más hacer! – exclamó. A mi se me ocurren un par de cosas por lo pronto, le dije. Cosas que solo dependen de ti. A partir de ahi podríamos hacer mucho más. Después de las navidades tendré que dejar de fumar- sentenció.
Postponemos todo lo que verdaderamente importa, como cuidarnos, pensando que somos eternos. Con la vista siempre puesta en un después, más tarde, mañana, el lunes, el mes que viene, después de las fiestas… Cuando en realidad lo único realmente eterno es este preciso instante presente. Y aquí sólo estás tú. Con tu cuerpo, el único que tienes. Cuidate. Nadie lo va a hacer por ti.
Si necesitas ayuda, orientación o consejo estaré encantada de guiarte hacia una vida más sana y feliz.
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